Segundo obispo de la diócesis de Zipaquirá (1958-1974) nació en Cogua el 29 de noviembre de 1898, hizo sus estudios en Ibagué en el Seminario Menor de San Joaquín y fue ordenado allí el 29 de Noviembre de 1923 y Promovido al Episcopado en 1951.

Fue párroco de Manzanares (Caldas), allí se le recuerda  en la reseña de su Municipio así: “Manzanares ha tenido un total de cuarenta párrocos desde cuando se creo la parroquia y hasta 1991. Sus mas sobresalientes han sido: Antonio Harmant, de origen alemán y Buenaventura Jáuregui, quien fuera luego obispo de Zipaquirà..”

En un importante medio de comunicación sobre Medellín se informò “ESTADIO ATANASIO GIRARDOT: El 19 de Marzo de 1953 a las 9 a.m. Monseñor Buenaventura Jáuregui celebró la misa y la bendición de inauguración. Asistieron el Gobernador de Antioquia Dionisio Arango, el Alcalde de Medellín Roberto Ocampo Álvarez y dos Ministros de Estado. A continuación hubo competencias de atletismo y un cuadrangular internacional de fútbol entre Alianza Lima, de Perú; Fluminense, de Basil; Deportivo Cali y Atlético Nacional, de Colombia. Capacidad: 1953: 32300 personas; 1977: 42000 personas; 1990: 53200 personas; distribuídas así: Occidental: 11189 de las cuales habían 647 numeradas; Oriental: 18620; Sur: 11233 y norte: 10983”…

 Como obispo de Zipaquirá se preocupo siempre por los problemas sociales de la diócesis. Personalmente intervino ante la presidencia de la republica para solicitar aumento de la participación salinera, a favor del municipio, con destino a obras de carácter social y en particular en beneficio de los damnificados por el cierre de los hornos de sal. Tuvo especial celo por las vocaciones sacerdotales y particular preocupación por la previsión del clero, problema que dejo favorablemente resuelto con la financiación de la caja diocesana de auxilios del clero.

Fundador y presidente de la Corporación de Municipios Salineros, Zipaquirà, Nemocòn, Suesca y Sequilè, CORPAZINES.

La Diócesis recibió en 1962 una nueva reorganización de sus parroquias al ser creada la Diócesis de Facatativá a la que pasaron casi todos los municipios del nor-occidente de Cundinamarca. Se incorporó a la Diócesis de Zipaquirá la región de Sabana norte y la región del Guavio y con ella llegó toda una tradición fuerte de catequesis para adultos que enriqueció enormemente la pastoral profética. Con este cambio también se dio la incardinación de varios sacerdotes de la Arquidiócesis de Bogotá.

Mons. Jáuregui también acompañó a esta Iglesia particular durante todo el proceso de preparación, realización y primeras reformas del Concilio Vaticano II celebrado en Roma de 1963 a 1965.

Bajo la luz del Concilio la Diócesis se comprometió a fondo en formación de la fe y la atención a grupos y movimientos juveniles, hubo una revisión interna de la Iglesia y una renovación profunda de su evangelización de cara a las realidades del siglo XX.

Pero junto a la renovación vino la crisis en el retiro de varios sacerdotes y religiosas y la tendencia “liberadora” de abandonar lo sagrado a cambio de una revolución social. Por aquella época, Mons. Jáuregui contaba con un presbiterio heterogéneo conformado por varios sacerdotes muy mayores y otros muy jóvenes que habían sido formados en el espíritu de la renovación conciliar.

Llegado a sus 75 años de edad, presento renuncia a su cargo, que le fue aceptado por la santa sede el 8 de julio de 1974, entregando el cargo el 14 de septiembre de 1974 al obispo Monseñor Rubén Buitrago Trujillo.

Murió en Bogotá el 7 de Marzo de 1983 y sus despojos mortales fureron sepultados en el mausoleo de en la iglesia catedral de Zipaquirá. En ceremonia presidida por el Nuncio apostólico Angelo Accerbi, el cardenal primado de Colombia Aníbal Muñoz Duque y con la presencia de todos los obispos y Arzobispos de Colombia.

Con motivo del Quinto aniversario de su muerte se funda en Zipaquirá el COLEGIO BUENAVENTURA JAUREGUI, en agradecimiento y homenaje póstumo a su labor educativa, dirigido por uno de sus discípulos el Lic. Jorge Enrique Ariza Morales, institución de carácter privado con la filosofía espiritual, social y académica que caracterizó las obras públicas y diocesanas de Monseñor Jáuregui.